En la paredes de las calle cuelgan aún telas, papeles de las gigantescas olas femeninas que pasaron por la ciudad; aún se escuchan los llantos, los gritos, las mentadas de madre de voces gravísimas sonando en las altas paredes y en el cielo azul de la ciudad de la Eterna Primavera, donde nunca se había reunido la cantidad de mujeres por un solo objetivo.
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